viernes, 25 de septiembre de 2009

COMO MANEJAR LA CRISIS ECONOMICA EN PAREJA

ANÁLISIS DE LA CRISIS ACTUAL
Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique y uno de los más agudos analistas de la situación mundial, llamó a la actual crisis económico-financiera «la crisis perfecta». Putin, en Davos, la llamó «la tempestad perfecta». Yo por mi parte la llamaría «el hoyo perfecto». El grupo que compone la Iniciativa Carta de la Tierra (M. Gorbachev, S. Rockfeller, M.Strong y yo mismo, entre otros) advertía hace años: «no podemos continuar por el camino ya andado, por más llano que se presente, pues más delante se encuentra un hoyo abismal». Como un estribillo lo repetía también el Foro Social Mundial, desde su primera edición en Porto Alegre en el año 2001.

Pues bien, ha llegado el momento en que el hoyo ha aparecido. Dentro de él han caído grandes bancos, fábricas tradicionales, inmensas corporaciones transnacionales. Fortunas personales de miles de millones de dólares se han unido al barro de su fondo. Stephen Roach, del banco Morgan Stanley, también afectado, confesó: «Se equivocó Wall Street. Se equivocaron los reguladores. Se equivocaron las agencias de evaluación de riesgo. Nos equivocamos todos». Pero no tuvo la humildad de reconocer: «Acertó el Foro Social Mundial. Acertaron los ambientalistas. Acertaron grandes nombres del pensamiento ecológico como J. Lovelock, E. Wilson y E. Morin».

En otras palabras, los que se imaginaban señores del mundo -hasta el punto de decretar alguno de ellos el final de la historia-, que sostenían la imposibilidad de toda alternativa y que en sus concilios ecuménico-econó micos promulgaron los dogmas de la perfecta autorregulació n de los mercados y de la única vía, la del capitalismo globalizado, han perdido ahora todo su latín. Andan tan confusos y perplejos como un borracho por una calle oscura. El Foro Social Mundial, sin orgullo pero con sinceridad, puede decir: «nuestro diagnóstico era correcto. No tenemos todavía la alternativa pero una cosa es segura: este tipo de mundo ya no tiene capacidad para seguir y proyectar un futuro de inclusión y de esperanza para la humanidad y para toda la comunidad de vida». Si continúa, puede poner fin a la vida humana y herir gravemente a la Pachamama, la Madre Tierra.

Sus ideólogos tal vez no crean ya en dogmas y se contenten con el catecismo neoliberal, pero andan buscando un chivo expiatorio. Dicen: «No es el capitalismo en sí el que está en crisis. Es el capitalismo de corte norteamericano que gasta un dinero que no tiene en cosas que la gente no necesita». Uno de sus sacerdotes, Ken Rosen, de la Universidad de Berkeley, por lo menos ha reconocido: «El modelo de Estados Unidos está equivocado. Si todo el mundo utilizase el mismo modelo, nosotros ya no existiríamos».

Hay aquí un engaño evidente. La razón de la crisis no está solamente en el capitalismo estadounidense como si hubiera otro capitalismo correcto y humano. La razón está en la lógica misma del capitalismo. Ya J. Chirac y una gama considerable de científicos han reconocido que si los países opulentos situados en el Norte quisiesen generalizar su bienestar a toda la humanidad, necesitaríamos por lo menos tres Tierras iguales al actual.

El capitalismo es, por su propia naturaleza, voraz, acumulador, depredador de la naturaleza, creador de desigualdades y sin sentido de solidaridad hacia las generaciones actuales y mucho menos hacia las futuras. No se le quita la ferocidad a un lobo haciéndole algunas caricias o limándole los dientes. El lobo es feroz por naturaleza. Igualmente, el capitalismo, poco importa el sitio donde se realice, ya sea en Estados Unidos, en Europa, en Japón o en Brasil, cosifica todas las cosas, la Tierra, la naturaleza, los seres vivos y también a los humanos. Todo forma parte del mercado, y de todo se puede hacer negocio. Este modo de habitar el mundo regido solamente por la razón utilitarista ha cavado el hoyo perfecto. Y ha caído en él.

La cuestión no es económica. Es moral y espiritual. Solo saldremos del hoyo a partir de otra relación con la naturaleza, sintiéndonos parte de ella y viviendo la inteligencia del corazón que nos hace amar y respetar la vida y a cada ser. De lo contrario, continuaremos en el hoyo en el que el capitalismo nos ha metido.

CÓMO MANEJAR LO ECONÓMICO EN PAREJA
No podemos negar que el dinero y los bienes materiales son elementos muy importantes dentro de nuestra relación de pareja ya que son los medios a través de los cuales logramos satisfacer muchas de nuestras necesidades, especialmente las básicas o biológicas, que garantizan nuestra supervivencia y, en gran parte, nuestra calidad de vida. Por ello, sería ideal que toda pareja tuviera los medios indispensables para tener un nivel de vida digno, lo que contribuiría a su bienestar y a la solidez de su relación, ya que generalmente esta se pone a prueba cuando existen problemas económicos graves.

Sin embargo, nosotros hemos descubierto que es indispensable considerar el dinero y los bienes materiales como medios, y nunca como fines, con el objeto de que ocupen en nuestra convivencia el lugar exacto que les corresponde como instrumentos para nuestro servicio y no como amos que nos mueven y tiranizan. Como todo lo humano, el dinero puede contribuir a fortalecer nuestra relación o puede ser motivo de desunión entre nosotros, tanto si lo tenemos en exceso, como si es insuficiente. Esto depende de nuestra mentalidad frente a lo material y, por consiguiente, de nuestras actitudes y comportamientos en esta área.

La gran mayoría de las parejas vivimos generalmente situaciones económicas difíciles, puesto que no siempre contamos con todo el dinero y los bienes materiales que necesitamos y/o que deseamos. Sin embargo, en nuestro caso, hemos descubierto que al tratar de colocarlos como medios y no como el fin de nuestra existencia, nos liberamos de un gran peso, viviendo la mayor parte del tiempo con más paz y sin muchas de las presiones a que se someten quienes persiguen insaciablemente acumular riquezas como lo máximo en su vida.

Este modo de pensar forma parte de lo que muchos autores conocidos (Wayne Dyer, Stephen Covey, Louise Hay) y diversas personas que manejamos este tema llamamos la mentalidad de la abundancia, en oposición a la mentalidad de la escasez que caracteriza, esta última, a muchas personas y parejas hoy en día, y en general al mundo entero. Haremos aquí una descripción de los rasgos principales de ambas mentalidades, de modo que podamos establecer con cuál de ellas nos identificamos mejor y ver con claridad cuál nos conviene seguir para fortalecer nuestra unión conyugal.

La mentalidad de escasez consiste en:

•Considerar el dinero y los bienes materiales como lo más importante en la vida.
•Buscar insaciablemente conseguir dinero y bienes materiales. Es triste ver en nuestra sociedad cómo los papás le enseñan a sus hijos desde pequeños que lo único que debe moverlos es el dinero, diciéndoles: “Consiga plata mijo, consígala honradamente, y si no puede honradamente, consiga plata mijo”.
•Trabajar sin descanso para obtener dinero, y no hacer nada más: ni descansar, ni compartir con el ser amado, los hijos, los amigos...
•Quejarse constantemente de que no se tiene lo suficiente: ni plata ni cosas, ni nada de lo que se desea. Nunca estar satisfecho.
•Sentir envidia de los demás cuando tienen dinero, bienes materiales (casas, carros, joyas, etc.).
•Sentir un apego desmedido por lo material y no querer compartirlo con otros: egoísmo, avaricia, etc.
•Deprimirse si no se tiene dinero y sentir permanentemente angustia por el futuro.
•Si se tiene, caer en el despilfarro, el consumismo, la ostentación.
•Olvidarse de Dios y colocar en su lugar al dios dinero.
La mentalidad de abundancia consiste en:

•Saber que el dinero no hace la felicidad y que hay cosas más importantes como la relación de pareja, los valores, la tranquilidad, la bondad, la honestidad...
•Trabajar con equilibrio y buscar honestamente los recursos necesarios para vivir.
•Agradecer lo que se tiene, ver siempre lo positivo y sentirse satisfecho con poco, como decía san Francisco: “Deseo poco y lo poco que deseo, lo deseo poco”.
•Disfrutar con el progreso económico de los demás, sin deseo de competir con ellos.
•Compartir lo que se tiene con quienes lo necesitan, no sólo de lo que nos sobra sino aun de nuestro sustento. En realidad, lo que damos para ayudar a otros se nos devuelve centuplicado.
•Gozar cuando recibimos dinero y bienes materiales, bendecirlos y tener confianza en que cada día tendremos lo necesario, es decir: “A Dios rogando y con el mazo dando”.
•Vivir austeramente, sin ostentación, con sencillez, cuidando con esmero lo que tenemos y distribuyendo lo que no necesitamos.
•Colocar a Dios en el lugar que le corresponde, agradecerle todo lo que nos ha dado (el mundo, la naturaleza, las bendiciones que hay en nuestra vida, etc.) y tener confianza en que Él nos ayudará a obtener el pan de cada día, si nosotros ponemos de nuestra parte también para conseguirlo, es decir, “ayúdate que yo te ayudaré” y “a Dios rogando y con el mazo dando”, como dice la sabiduría popular.
Les aseguramos, por nuestra propia experiencia de pareja, que la mentalidad de abundancia funciona y que el esforzarnos en practicarla ha hecho que veamos continuamente verdaderos milagros en nuestra vida. Es cuestión de aprender a desprenderse de lo material, a no preocuparse obsesivamente por nuestra supervivencia y a esperar confiadamente, convencidos de que, mientras hagamos todo lo que esté de nuestra parte por conseguirlos con honestidad y por trabajar en lo que podamos, por ayudar a otros, los recursos llegarán en el momento preciso. La Biblia dice sabiamente: “Bástele a cada día su propio afán”, y éste es uno de los secretos de la felicidad, ya que el presente es lo único que tenemos, y no tiene sentido tener acumulado lo material para muchos años, los que ni siquiera sabemos si llegaremos a vivir.

Además, estamos convencidos de que, a la larga, las dificultades económicas son menos importantes, frente a dificultades peores que hemos enfrentado en nuestra vida de pareja como las enfermedades graves, por ejemplo. Hay diversas alternativas que pueden aplicarse en estas situaciones de dificultades económicas:

•Vivir sencilla y austeramente, manejando adecuadamente el presupuesto familiar, teniendo cuidado con los gastos y tomando conciencia de las prioridades. Si no se puede, en un momento dado, comprar ropa, o salir a un cine, o a comer a un restaurante, es necesario aprender a aceptarlo sin sentirse víctimas ni amargarse por ello, y seguir viviendo con serenidad y gozo, disfrutando de lo que se tiene aunque no sea mucho. Por ejemplo, antes salíamos todos los domingos a pasear, ahora lo hacemos con menos frecuencia, sin mayor problema.
•Tener inventiva para buscar diversas salidas al desempleo: tocar puertas para encontrar trabajo, explorar diversas posibilidades para ganar dinero honradamente, inspirándose en el ejemplo de tantas personas decididas que, sin amilanarse ni avergonzarse, se dedican a vender distintos productos, que fabrican artículos novedosos, que ofrecen sus servicios en diferentes campos, etc. Conocemos una pareja que ha comenzado elaborar en su propia casa pulpa de fruta, formando una pequeña empresa familiar que, poco a poco, va creciendo gracias al esfuerzo y constancia de todos.
•Llevar a cabo una comunicación permanente y abierta en este aspecto sobre el estado de nuestras finanzas, estando ambos al tanto de todos nuestros gastos, obligaciones, deudas, y buscando en forma compartida las soluciones y la forma de administrar nuestros bienes materiales. Entre nosotros dos no existe el dinero mío y el tuyo, sino que todo lo tenemos en común y respondemos a todas las necesidades familiares sin distinción alguna. Cada uno sabe siempre qué ingresos recibe el otro.
•No quedarnos sentados esperando que a la casa nos lleguen las oportunidades, las cosas que necesitamos, el dinero, etc., sino afrontar, activa y conjuntamente, los retos que se nos plantean en cuanto a lo económico. Por ejemplo, no reducirse sólo a buscar trabajo en sitios donde conocemos a las personas, sino entrar en contacto con empresas aunque nadie nos recomiende con ellas.
•Trabajar en algo que no sea remunerado: un apostolado, ayudar a otras personas en determinadas actividades, en fin, hacer algo desinteresadamente por otros sin pedir dinero a cambio, lo cual, en compensación, nos ha garantizado trabajo remunerado por otro lado. Sabemos de una amiga que estaba desempleada y cuando entró a un voluntariado logró encontrar trabajo.
•Aceptando con agradecimiento la ayuda que nuestros padres, familiares o amigos nos han dado en momentos de mayor dificultad, como la forma en la cual se nos ha retribuido la ayuda que también nosotros en ciertas ocasiones hemos dado a otros que lo necesitaban. Esto ha ocurrido en nuestra familia puesto que somos muy unidos todos y nos preocupan las dificultades de los otros. Sin embargo, en estos casos se debe evitar el paternalismo, el volverse atenidos y acostumbrarse a estar pidiendo y recibiendo en actitud de mendigar, o el favorecer que otros se acostumbren sólo a depender y recibir sin hacer ningún esfuerzo por ser autónomos y autosostenerse.
•Apoyándonos y animándonos el uno al otro cuando alguno de los dos se siente deprimido o preocupado por la falta de dinero, devolviéndonos la confianza en nosotros mismos y en Dios, y convenciéndonos mutuamente de que, como siempre ha sucedido, nada nos faltará de lo indispensable para la supervivencia, y seremos bendecidos con lo que necesitamos, si tenemos fe y no perdemos la esperanza ni la paz interior. Tenemos una amiga que nos habla del “milagro diario”, ya que en épocas en que ha pasado estrechez económica, siempre recibe lo necesario para cada día, a través de otras personas que ella llama “los ángeles que el Señor envía”.
•No permitiendo que las presiones económicas nos lleven a vivir de mal genio, ni a generar por ello conflictos entre nosotros que nos separen y perjudiquen nuestra relación. Nuestro amor está por encima de todo y no dejaremos que nada lo dañe, pues nada es más importante que nuestro matrimonio y mucho menos el dinero que no debe arrodillarnos ni determinar nuestros estados emocionales. Nuestras condiciones económicas pueden ser mejores o peores, pero tenemos que luchar por conservar la serenidad y el gozo entre nosotros dos, a pesar de todo. Esto nos exige, por ejemplo, una permanente autoconversación con el fin de convencernos de los auténticos valores, evitando la idolatría de lo material, para contrarrestar las exigencias de un mundo materialista que coloca el dinero y los bienes materiales por encima de todo lo demás.
Toda pareja debe establecer claramente, mediante una buena comunicación, las reglas del juego en este aspecto, si quiere evitar que se convierta en fuente de conflictos, como ocurre con los esposos en cuyo hogar se está viviendo una situación de escasez económica, y ambos se dejan llevar del enojo, viven de mal genio, reaccionan el uno contra el otro por el menor motivo, se acusan mutuamente y se recriminan por no tener lo necesario, tratando de hacer sentir al otro culpable de las dificultades que atraviesan, y empeorando las cosas con la insatisfacción permanente y el deterioro de su relación, en lugar de buscar juntos soluciones constructivas que los lleven a superar los problemas en forma eficaz. Mirando lo que les falta y amargándose por ello pierden un tiempo precioso y unas energías que podrían emplear adecuadamente en hallar salidas, encontrar trabajo o algo qué hacer y seguir el ejemplo de otros que no se quedan cruzados de brazos esperando que la solución les llegue del cielo.

Igualmente, la pareja debe ponerse de acuerdo sobre el manejo del dinero, sea que lo hagan separadamente, donde cada uno administra sus ingresos y ambos deciden qué aporta cada uno a los gastos de la casa, sea que lo tengan en común, como nosotros dos. Lo importante es que ambos contribuyan y sean conscientes del aporte del otro, por ejemplo en el caso de la mujer que no trabaja fuera de la casa, pero cuyas labores domésticas representan un trabajo y un aporte tan importante como el del esposo que trabaja fuera del hogar. Las opciones aquí son diversas, según los casos que conocemos.

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