miércoles, 24 de febrero de 2010

APARECIDA --- LA FAMILIA

9
FAMILIA, PERSONAS Y VIDA
431. No podemos detenernos aquí a analizar todas las cuestiones que
integran la actividad pastoral de la Iglesia, ni podemos proponer
proyectos acabados o líneas de acción exhaustivas. Sólo nos detendremos
a mencionar algunas cuestiones que han alcanzado
particular relevancia en los últimos tiempos, para que, posteriormente,
las Conferencias Episcopales y otros organismos locales
avancen en consideraciones más amplias, concretas, y adaptadas
a las necesidades del propio territorio.
9.1 EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA
432. La familia es uno de los tesoros más importantes de los pueblos
latinoamericanos y caribeños, y es patrimonio de la humanidad
entera. En nuestros países, una parte importante de la población
está afectada por difíciles condiciones de vida que amenazan directamente
la institución familiar. En nuestra condición de discípulos
y misioneros de Jesucristo, estamos llamados a trabajar para
que esta situación sea transformada, y la familia asuma su ser y su
misión240 en el ámbito de la sociedad y de la Iglesia241.
240 JUAN PABLO II, II Encuentro mundial con las familias en Río de Janeiro, 4 de octubre de 1997,
n. 4.
241 JUAN PABLO II, Discurso con ocasión del primer encuentro mundial de la Familias, nn. 2 y 7,
Roma, 8 de octubre de 1994; Segundo encuentro mundial de las familias, Río de Janeiro, 3 de
octubre de 1997; FC 17, 22 de noviembre de 1981; BENEDICTO XVI, ¡Familia, sé lo que eres!,
Valencia, 8 de julio 2006.
LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS
222
433. La familia cristiana está fundada en el sacramento del matrimonio
entre un varón y una mujer, signo del amor de Dios por la
humanidad y de la entrega de Cristo por su esposa, la Iglesia. Desde
esta alianza de amor, se despliegan la paternidad y la maternidad,
la filiación y la fraternidad, y el compromiso de los dos por una
sociedad mejor.
434. Creemos que “la familia es imagen de Dios que, en su misterio
más íntimo no es una soledad, sino una familia”242. En la comunión
de amor de las tres Personas divinas, nuestras familias tienen
su origen, su modelo perfecto, su motivación más bella y su último
destino.
435. Dado que la familia es el valor más querido por nuestros pueblos,
creemos que debe asumirse la preocupación por ella como uno
de los ejes transversales de toda la acción evangelizadora de la
Iglesia. En toda diócesis se requiere una pastoral familiar “intensa
y vigorosa”243 para proclamar el evangelio de la familia, promover
la cultura de la vida, y trabajar para que los derechos de las familias
sean reconocidos y respetados.
436. Esperamos que los legisladores, gobernantes y profesionales de
la salud, conscientes de la dignidad de la vida humana y del arraigo
de la familia en nuestros pueblos, la defiendan y protejan de
los crímenes abominables del aborto y de la eutanasia; ésta es su
responsabilidad. Por ello, ante leyes y disposiciones gubernamentales
que son injustas a la luz de la fe y la razón, se debe favorecer
la objeción de conciencia. Debemos atenernos a la “coherencia
eucarística”, es decir, ser conscientes de que no pueden recibir la
sagrada comunión y al mismo tiempo actuar con hechos o palabras
contra los mandamientos, en particular cuando se propician
el aborto, la eutanasia y otros delitos graves contra la vida y la
242 DP 582.
243 DI 5.
223
FAMILIA, PERSONAS Y VIDA
familia. Esta responsabilidad pesa de manera particular sobre los
legisladores, gobernantes, y los profesionales de la salud244.
437. Para tutelar y apoyar la familia, la pastoral familiar puede impulsar,
entre otras, las siguientes acciones:
a) Comprometer de una manera integral y orgánica a las otras
pastorales, los movimientos y asociaciones matrimoniales y
familiares a favor de las familias.
b) Impulsar proyectos que promuevan familias evangelizadas y
evangelizadoras.
c) Renovar la preparación remota y próxima para el sacramento
del matrimonio y la vida familiar con itinerarios pedagógicos
de fe245.
d) Promover, en diálogo con los gobiernos y la sociedad, políticas
y leyes a favor de la vida, del matrimonio y la familia246.
e) Impulsar y promover la educación integral de los miembros
de la familia, especialmente de aquellos miembros de la familia
que están en situaciones difíciles, incluyendo la dimensión
del amor y la sexualidad247.
f) Impulsar centros parroquiales y diocesanos con una pastoral
de atención integral a la familia, especialmente a aquellas
que están en situaciones difíciles: madres adolescentes y solteras,
viudas y viudos, personas de la tercera edad, niños abandonados,
etc.
g) Establecer programas de formación, atención y acompañamiento
para la paternidad y la maternidad responsables.
244 Cf. SCa, 83; EV 73, 74 y 89.
245 Cf. Pontificio Consejo para la Familia, Preparación al Sacramento del Matrimonio, 19, 13 de
mayo de 1996; FC 66.
246 Cf. Pontificio Consejo para la Familia, La Carta de los derechos de la familia, 22 de octubre de
1983.
247 Cf. DI 5.
LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS
224
h) Estudiar las causas de las crisis familiares para afrontarlas en
todos sus factores.
i) Seguir ofreciendo formación permanente, doctrinal y pedagógica
para los agentes de pastoral familiar.
j) Acompañar con cuidado, prudencia y amor compasivo, siguiendo
las orientaciones del Magisterio248, a las parejas que
viven en situación irregular, teniendo presente que a los divorciados
y vueltos a casar no les es permitido comulgar249.
Se requieren mediaciones para que el mensaje de salvación
llegue a todos. Urge impulsar acciones eclesiales, con un trabajo
interdisciplinario de teología y ciencias humanas, que
ilumine la pastoral y la preparación de agentes especializados
para el acompañamiento de estos hermanos.
k) Ante las peticiones de nulidad matrimonial, se ha de procurar
que los Tribunales eclesiásticos sean accesibles y tengan
una correcta y pronta actuación250.
l) Ayudar a crear posibilidades para que los niñas y niños huérfanos
y abandonados logren, por la caridad cristiana, condiciones
de acogida y adopción, y puedan vivir en familia.
m) Organizar casas de acogida y un acompañamiento específico
para acudir con compasión y solidaridad a las niñas y adolescentes
embarazadas, a las madres “solteras”, a los hogares
incompletos.
n) Tener presente que la Palabra de Dios, tanto en el Antiguo
como en el Nuevo Testamento, nos pide una atención especial
hacia las viudas. Buscar la manera de que ellas reciban
una pastoral que las ayude a enfrentar esta situación, muchas
veces de desamparo y soledad.
248 FC 84; SCa 29.
249 FC 77.
250 Cf. SC 29.
225
FAMILIA, PERSONAS Y VIDA
9.2 LOS NIÑOS
438. La niñez, hoy en día, debe ser destinataria de una acción prioritaria
de la Iglesia, de la familia y de las instituciones del Estado,
tanto por las posibilidades que ofrece, como por la vulnerabilidad
a la que se encuentra expuesta. Los niños son don y signo de la
presencia de Dios en nuestro mundo por su capacidad de aceptar
con sencillez el mensaje evangélico. Jesús los escogió con especial
ternura (cf. Mt 19,14), y presentó su capacidad de acoger el
Evangelio como modelo para entrar en el Reino de Dios (cf. Mc
10,14; Mt 18,3).
439. Vemos con dolor la situación de pobreza, de violencia intrafamiliar
(sobre todo en familias irregulares o desintegradas), de abuso
sexual, por la que atraviesa un buen número de nuestra niñez: los
sectores de niñez trabajadora, niños de la calle, niños portadores
de HIV, huérfanos, niños soldados, y niños y niñas engañados y
expuestos a la pornografía y prostitución forzada, tanto virtual como
real. Sobre todo, la primera infancia (0 a 6 años) requiere de una
especial atención y cuidado. No se puede permanecer indiferente
ante el sufrimiento de tantos niños inocentes.
440. Por otro lado, la niñez, al ser la primera etapa de la vida del ya
nacido, constituye una ocasión maravillosa para la transmisión
de la fe. Vemos con gratitud la valiosa acción de tantas instituciones
al servicio de la niñez.
441. Proponemos, al respecto, algunas orientaciones pastorales:
a) Inspirarse en la actitud de Jesús para con los niños, de respeto
y acogida como los predilectos del Reino, atendiendo a su
formación integral. De importancia para toda su vida es el ejemplo
de oración de sus padres y abuelos, quienes tienen la misión
de enseñar a sus hijos y nietos las primeras oraciones.
b) Establecer, donde no existan, el Departamento o Sección de
Niñez, para desarrollar acciones puntuales y orgánicas a favor
de los niños y las niñas.
LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS
226
c) Promover procesos de reconocimiento de la niñez como un
sector decisivo de especial cuidado por parte de la Iglesia, la
Sociedad y el Estado.
d) Tutelar la dignidad y derechos naturales inalienables de los
niños y niñas, sin perjuicio de los legítimos derechos de los
padres. Velar para que los niños reciban la educación adecuada
a su edad en el ámbito de la solidaridad, de la afectividad
y la sexualidad humana.
e) Apoyar las experiencias pastorales de atención a la primera
infancia.
f) Estudiar y considerar las pedagogías adecuadas para la educación
en la fe de los niños, especialmente en todo lo relacionado
a la iniciación cristiana, privilegiando el momento
de la primera comunión.
g) Valorar la capacidad misionera de los niños y niñas, que no
sólo evangelizan a sus propios compañeros, sino que también
pueden ser evangelizadores de sus propios padres.
h) Fomentar la institución de la Infancia Misionera.
i) Promover y difundir permanentemente investigaciones sobre
la niñez, que hagan sostenible tanto el reconocimiento de su
cuidado, como las iniciativas a favor de la defensa y de su
promoción integral.
9.3 LOS ADOLESCENTES Y JÓVENES
442. Merece especial atención la etapa de la adolescencia. Los adolescentes
no son niños ni son jóvenes. Están en la edad de la búsqueda
de su propia identidad, de independencia frente a sus padres,
de descubrimiento del grupo. En esta edad, fácilmente
pueden ser víctimas de falsos líderes constituyendo pandillas. Es
necesario impulsar la pastoral de los adolescentes, con sus propias
características, que garantice su perseverancia y el crecimiento
227
FAMILIA, PERSONAS Y VIDA
en la fe. El adolescente busca una experiencia de amistad con
Jesús.
443. Los jóvenes y adolescentes constituyen la gran mayoría de la población
de América Latina y de El Caribe. Representan un enorme
potencial para el presente y futuro de la Iglesia y de nuestros pueblos,
como discípulos y misioneros del Señor Jesús. Los jóvenes
son sensibles a descubrir su vocación a ser amigos y discípulos
de Cristo. Están llamados a ser “centinelas del mañana”251, comprometiéndose
en la renovación del mundo a la luz del Plan de
Dios. No temen el sacrificio ni la entrega de la propia vida, pero sí
una vida sin sentido. Por su generosidad, están llamados a servir a
sus hermanos, especialmente a los más necesitados con todo su
tiempo y vida. Tienen capacidad para oponerse a las falsas ilusiones
de felicidad y a los paraísos engañosos de la droga, el placer,
el alcohol y todas las formas de violencia. En su búsqueda del
sentido de la vida, son capaces y sensibles para descubrir el llamado
particular que el Señor Jesús les hace. Como discípulos
misioneros, las nuevas generaciones están llamadas a transmitir
a sus hermanos jóvenes sin distinción alguna, la corriente de vida
que viene de Cristo, y a compartirla en comunidad construyendo
la Iglesia y la sociedad.
444. Por otro lado, constatamos con preocupación que innumerables
jóvenes de nuestro continente atraviesan por situaciones que les
afectan significativamente: las secuelas de la pobreza, que limitan
el crecimiento armónico de sus vidas y generan exclusión; la socialización,
cuya transmisión de valores ya no se produce primariamente
en las instituciones tradicionales, sino en nuevos ambientes
no exentos de una fuerte carga de alienación; su
permeabilidad a las formas nuevas de expresiones culturales,
producto de la globalización, lo cual afecta su propia identidad
personal y social. Son presa fácil de las nuevas propuestas religio-
251 JUAN PABLO II, Mensaje para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud, Toronto, 28 de julio de
2002, n. 6.
LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS
228
sas y pseudo religiosas. La crisis, por la que atraviesa la familia
hoy en día, les produce profundas carencias afectivas y conflictos
emocionales.
445. Están muy afectados por una educación de baja calidad, que los
deja por debajo de los niveles necesarios de competitividad, sumado
a los enfoques antropológicos reduccionistas, que limitan
sus horizontes de vida y dificultan la toma de decisiones duraderas.
Se ve ausencia de jóvenes en lo político debido a la desconfianza
que generan las situaciones de corrupción, el desprestigio
de los políticos y la búsqueda de intereses personales frente al
bien común. Se constata con preocupación suicidios de jóvenes.
Otros no tienen posibilidades de estudiar o trabajar, y muchos dejan
sus países por no encontrar en ellos un futuro, dando así al fenómeno
de la movilidad humana y la migración un rostro juvenil.
Preocupa también el uso indiscriminado y abusivo que muchos
jóvenes hacen de la comunicación virtual.
446. Ante estos desafíos y retos sugerimos algunas líneas de acción:
a) Renovar, en estrecha unión con la familia, de manera eficaz y
realista, la opción preferencial por los jóvenes, en continuidad
con las Conferencias Generales anteriores, dando nuevo
impulso a la Pastoral de Juventud en las comunidades
eclesiales (diócesis, parroquias, movimientos, etc.).
b) Alentar los Movimientos eclesiales, que tienen una pedagogía
orientada a la evangelización de los jóvenes, e invitarlos a
poner más generosamente al servicio de las Iglesias locales
sus riquezas carismáticas, educativas y misioneras.
c) Proponer a los jóvenes el encuentro con Jesucristo vivo y su
seguimiento en la Iglesia, a la luz del Plan de Dios, que les
garantiza la realización plena de su dignidad de ser humano,
les impulsa a formar su personalidad y les propone una opción
vocacional específica: el sacerdocio, la vida consagrada
o el matrimonio. Durante el proceso de acompañamiento
229
FAMILIA, PERSONAS Y VIDA
vocacional se irá introduciendo gradualmente a los jóvenes
en la oración personal y la lectio divina, la frecuencia de los
sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación, la dirección
espiritual y el apostolado.
d) Privilegiar en la Pastoral de Juventud procesos de educación
y maduración en la fe, como respuesta de sentido y orientación
de la vida, y garantía de compromiso misionero. De
manera especial, se buscará implementar una catequesis
atractiva para los jóvenes que los introduzca en el conocimiento
del misterio de Cristo, y se buscará mostrarles la belleza
de la Eucaristía dominical, que los lleve a descubrir en
ella a Cristo vivo y el misterio fascinante de la Iglesia.
e) La Pastoral de Juventud ayudará a los jóvenes a formarse, de
manera gradual, para la acción social y política y el cambio
de estructuras, conforme a la Doctrina Social de la Iglesia,
haciendo propia la opción preferencial y evangélica por los
pobres y necesitados.
f) Urgir la capacitación de los jóvenes para que tengan oportunidades
en el mundo del trabajo, y evitar que caigan en la
droga y la violencia.
g) En las metodologías pastorales, procurar una mayor sintonía
entre el mundo adulto y el mundo juvenil.
h) Asegurar la participación de jóvenes en peregrinaciones, en
las Jornadas nacionales y mundiales de Juventud, con la debida
preparación espiritual y misionera, y con la compañía de
sus pastores.
9.4 EL BIEN DE LOS ANCIANOS
447. El acontecimiento de la presentación en el templo (cf. Lc 2, 41-
50) nos pone ante encuentro de generaciones: los niños y los ancianos.
El niño que se asoma a la vida, asumiendo y cumpliendo
la Ley, y los ancianos, que la festejan con el gozo del Espíritu SanLA
VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS
230
to. Niños y ancianos construyen el futuro de los pueblos. Los niños
porque llevarán adelante la historia, los ancianos porque transmiten
la experiencia y la sabiduría de sus vidas.
448. El respeto y gratitud de los ancianos debe ser testimoniado en
primer lugar por su propia familia. La Palabra de Dios nos interpela
de muchas maneras a respetar y valorar a nuestros mayores y
ancianos. Incluso nos invita a aprender de ellos con gratitud, y a
acompañarlos en su soledad y fragilidad. La frase de Jesús: “A los
pobres los tienen siempre con ustedes y pueden socorrerlos cuando
quieran” (Mc 14, 7), bien puede entenderse de ellos, porque
forman parte de cada familia, pueblo y nación. Sin embargo, a
menudo, son olvidados o descuidados por la sociedad y hasta
por sus propios familiares.
449. Muchos de nuestros mayores han gastado su vida por el bien de
su familia y de la comunidad, desde su lugar y vocación. Muchos
son verdaderos discípulos misioneros de Jesús por su testimonio
y sus obras. Merecen ser reconocidos como hijos e hijas de Dios,
llamados a compartir la plenitud del amor, y a ser queridos, en
particular, por la cruz de sus dolencias, la capacidad disminuida o
la soledad. La familia no debe mirar sólo las dificultades que trae
el convivir con ellos o el atenderlos. La sociedad no puede considerarlos
como un peso o una carga. Es lamentable que en algunos
países no haya políticas sociales que se ocupen suficientemente
de los mayores ya jubilados, pensionados, enfermos o
abandonados. Por tanto, exhortamos a elaborar diseños de políticas
sociales justas y solidarias que atiendan estas necesidades.
450. La Iglesia se siente comprometida a procurar la atención humana
integral de todas las personas mayores, también ayudándoles a
vivir el seguimiento de Cristo en su actual condición, e incorporándolos
lo más posible a la misión evangelizadora. Por ello, mientras
agradece el trabajo que ya vienen realizando religiosas, religiosos
y voluntarios, quiere renovar sus estructuras pastorales, y
preparar aún más agentes, a fin de ampliar este valioso servicio de
amor.
231
FAMILIA, PERSONAS Y VIDA
9.5 LA DIGNIDAD Y PARTICIPACIÓN DE LAS MUJERES
451. La antropología cristiana resalta la igual dignidad entre varón y
mujer, en razón de ser creados a imagen y semejanza de Dios. El
misterio de la Trinidad nos invita a vivir una comunidad de iguales
en la diferencia. En una época de marcado machismo, la práctica
de Jesús fue decisiva para significar la dignidad de la mujer y su
valor indiscutible: habló con ellas (cf. Jn 4, 27), tuvo singular misericordia
con las pecadores (cf. Lc 7,36-50; Jn 8,11), las curó (cf.
Mc 5, 25-34), las reivindicó en su dignidad (cf. Jn 8, 1-11), las
eligió como primeras testigos de su resurrección (cf. Mt 28, 9-10),
e incorporó mujeres a al grupo de personas que le eran más cercanas
(cf. Lc 8, 1-3). La figura de María, discípula por excelencia
entre discípulos, es fundamental en la recuperación de la identidad
de la mujer y de su valor en la Iglesia. El canto del Magnificat
muestra a María como mujer capaz de comprometerse con su realidad
y de tener una voz profética ante ella.
452. La relación entre la mujer y el varón es de reciprocidad y colaboración
mutua. Se trata de armonizar, complementar y trabajar
sumando esfuerzos. La mujer es corresponsable, junto
con el hombre, por el presente y el futuro de nuestra sociedad
humana.
453. Lamentamos que innumerables mujeres de toda condición no
sean valoradas en su dignidad, queden con frecuencia solas y
abandonadas, no se les reconozca suficientemente su abnegado
sacrificio e incluso heroica generosidad en el cuidado y educación
de los hijos, ni en la transmisión de la fe en la familia. Tampoco
se valora ni promueve adecuadamente su indispensable y
peculiar participación en la construcción de una vida social más
humana y en la edificación de la Iglesia. A la vez, su urgente
dignificación y participación pretende ser distorsionada por corrientes
ideológicas, marcadas por la impronta cultural de las sociedades
del consumo y el espectáculo, que son capaces de someter
a las mujeres a nuevas esclavitudes. Es necesario en América
Latina y El Caribe superar una mentalidad machista que ignora la
LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS
232
novedad del cristianismo, donde se reconoce y proclama la “igual
dignidad y responsabilidad de la mujer respecto al hombre”252.
454. En esta hora de América Latina y El Caribe, urge escuchar el clamor,
tantas veces silenciado, de mujeres que son sometidas a
muchas formas de exclusión y de violencia en todas sus formas y
en todas las etapas de sus vidas. Entre ellas, las mujeres pobres,
indígenas y afroamericanas han sufrido una doble marginación.
Urge que todas las mujeres puedan participar plenamente en la
vida eclesial, familiar, cultural, social y económica, creando espacios
y estructuras que favorezcan una mayor inclusión.
455. Las mujeres constituyen, en general, la mayoría de nuestras
comunidades, son las primeras transmisoras de la fe y colaboradoras
de los pastores, quienes deben atenderlas, valorarlas y
respetarlas.
456. Urge valorar la maternidad como misión excelente de las mujeres.
Esto no se opone a su desarrollo profesional y al ejercicio de
todas sus dimensiones, lo cual permite ser fieles al plan originario
de Dios que da a la pareja humana, de forma conjunta, la misión
de mejorar la tierra. La mujer es insustituible en el hogar, la educación
de los hijos y la transmisión de la fe. Pero esto no excluye
la necesidad de su participación activa en la construcción de la
sociedad. Para ello, se requiere propiciar una formación integral
de manera que las mujeres puedan cumplir su misión en la familia
y en la sociedad.
457. La sabiduría del plan de Dios nos exige favorecer el desarrollo de
su identidad femenina en reciprocidad y complementariedad con
la identidad del varón. Por eso, la Iglesia está llamada a compartir,
orientar y acompañar proyectos de promoción de la mujer con
organismos sociales ya existentes, reconociendo el ministerio
esencial y espiritual que la mujer lleva en sus entrañas: recibir la
252 DI 5.
233
FAMILIA, PERSONAS Y VIDA
vida, acogerla, alimentarla, darla a luz, sostenerla, acompañarla y
desplegar su ser de mujer, creando espacios habitables de comunidad
y de comunión. La maternidad no es una realidad exclusivamente
biológica, sino que se expresa de diversas maneras. La
vocación materna se cumple a través de muchas formas de amor,
comprensión y servicio a los demás. La dimensión maternal también
se concreta, por ejemplo, en la adopción de niños, ofreciéndoles
protección y hogar. El compromiso de la Iglesia en este
ámbito es ético y profundamente evangélico.
458. Proponemos algunas acciones pastorales:
a) Impulsar la organización de la pastoral de manera que ayude
a descubrir y desarrollar en cada mujer y en ámbitos eclesiales
y sociales el “genio femenino”253 y promueva el más amplio
protagonismo de las mujeres.
b) Garantizar la efectiva presencia de la mujer en los ministerios
que en la Iglesia son confiados a los laicos, así como también
en las instancias de planificación y decisión pastorales, valorando
su aporte.
c) Acompañar a asociaciones femeninas que luchan por superar
situaciones difíciles, de vulnerabilidad o de exclusión.
d) Promover el diálogo con autoridades para la elaboración de
programas, leyes y políticas públicas que permitan armonizar
la vida laboral de la mujer con sus deberes de madre de familia.
9.6 LA RESPONSABILIDAD DEL VARÓN Y PADRE DE FAMILIA
459. El varón, desde su especificidad, está llamado por el Dios de la
vida a ocupar un lugar original y necesario en la construcción de
la sociedad, en la generación de la cultura y en la realización de la
historia. Profundamente motivados por la hermosa realidad del
253 JUAN PABLO II, Carta a las mujeres, 29 de junio de 1995, n. 11.
LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS
234
amor que tiene su fuente en Jesucristo, el varón se siente fuertemente
invitado a formar una familia. Allí, en una esencial disposición
de reciprocidad y complementariedad, viven y valorizan para
la plenitud de su vida, la activa e insustituible riqueza del aporte
de la mujer, que les permite reconocer más nítidamente su propia
identidad.
460. En todos los ámbitos que constituyen su vocación y misión, el
varón debe, en cuanto bautizado, sentirse enviado por la Iglesia a
dar testimonio como discípulo y misionero de Jesucristo. Sin
embargo, en no pocos casos, desafortunadamente, termina renunciando
a esta responsabilidad y delegándola a las mujeres o
esposas.
461. Tradicionalmente, debemos reconocer que, en América Latina y
El Caribe, un porcentaje significativo de ellos se han mantenido
más bien al margen de la Iglesia y del compromiso que en ella
están llamados a realizar. De este modo, han venido alejándose
de Jesucristo, la vida plena que tanto anhelan y buscan. Esta suerte
de lejanía o indiferencia de parte de los varones, que cuestiona
fuertemente el estilo de nuestra pastoral convencional, contribuye
a que vaya creciendo la separación entre fe y cultura, a la gradual
pérdida de lo que interiormente es esencial y dador de sentido,
a la fragilidad para resolver adecuadamente conflictos y
frustraciones, a la debilidad para resistir el embate y seducciones
de una cultura consumista, frívola y competitiva, etc. Todo esto
los hace vulnerables ante la propuesta de estilos de vida que, proponiéndose
como atractivos, terminan siendo deshumanizadores.
En un número considerable de ellos se abre paso la tentación de
ceder a la violencia, infidelidad, abuso de poder, drogadicción,
alcoholismo, machismo, corrupción y abandono de su papel de
padres.
462. Por otra parte, un gran porcentaje de varones se siente exigido
familiar, laboral y socialmente. Faltos de mayor comprensión, acogida
y afecto de parte de los suyos, valorizados de acuerdo a lo
que aportan materialmente, y sin espacios vitales en donde com235
FAMILIA, PERSONAS Y VIDA
partir sus sentimientos más profundos con toda libertad, se los
expone a una situación de profunda insatisfacción que los deja a
merced del poder desintegrador de la cultura actual. Ante esta
situación, y en consideración a las consecuencias que lo dicho
trae para la vida matrimonial y para los hijos, se hace necesario
impulsar en todas nuestras Iglesias Particulares una especial atención
pastoral para el padre de familia.
463. Se proponen algunas acciones pastorales:
a) Revisar los contenidos de las diversas catequesis preparatorias
a los sacramentos, como las actividades y movimientos
eclesiales relacionados con la pastoral familiar, para favorecer
el anuncio y la reflexión en torno a la vocación que el
varón está llamado a vivir en el matrimonio, la familia, la Iglesia
y la sociedad.
b) Profundizar, en las instancias pastorales pertinentes, el rol específico
que le cabe al varón en la construcción de la familia
en cuanto Iglesia Doméstica, especialmente como discípulo
y misionero evangelizador de su hogar.
c) Promover, en todos los ámbitos de la educación católica y de
la pastoral juvenil, el anuncio y el desarrollo de los valores y
actitudes que faciliten a los jóvenes y las jóvenes generar competencias
que les permitan favorecer el papel del varón en la
vida matrimonial, en el ejercicio de la paternidad, y en la educación
de la fe de sus hijos.
d) Desarrollar, en las universidades católicas, a la luz de la antropología
y moral cristianas, la investigación y reflexión necesarias
que permitan conocer la situación actual del mundo
de los varones, las consecuencias del impacto de los actuales
modelos culturales en su identidad y misión, y pistas que
puedan colaborar en el diseño de orientaciones pastorales al
respecto.
e) Denunciar una mentalidad neoliberal que no descubre en el
padre de familia más que un instrumento de producción y
LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS
236
ganancia, relegándole incluso en la familia a un papel de mero
proveedor. La creciente práctica de políticas públicas e iniciativas
privadas de promover incluso el domingo como día
laboral, es una medida profundamente destructiva de la familia
y de los padres.
f) Favorecer, en la vida de la Iglesia, la activa participación de
los varones, generando y promoviendo espacios y servicios
en los campos señalados.
9.7 LA CULTURA DE LA VIDA: SU PROCLAMACIÓN Y SU DEFENSA
464. El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, también
posee una altísima dignidad que no podemos pisotear y que estamos
llamados a respetar y a promover. La vida es regalo gratuito
de Dios, don y tarea que debemos cuidar desde la concepción, en
todas sus etapas, y hasta la muerte natural, sin relativismos.
465. La globalización influye en las ciencias y en sus métodos, prescindiendo
de los cauces éticos. Los discípulos de Jesús tenemos
que llevar el Evangelio al gran escenario de las mismas, promover
el diálogo entre ciencia y fe, y, en ese contexto, presentar la defensa
de la vida. Este diálogo debe ser realizado por la ética y en
casos especiales por una bioética bien fundada. La bioética trabaja
con esta base epistemológica, de manera interdisciplinar,
donde cada ciencia aporta sus conclusiones.
466. No podemos escapar de este reto de diálogo entre la fe, la razón y
las ciencias. Nuestra prioridad por la vida y la familia, cargadas de
problemáticas que se debaten en las cuestiones éticas y en la
bioética, nos urge iluminarlas con el Evangelio y el Magisterio de
la Iglesia254.
467. Asistimos hoy a retos nuevos que nos piden ser voz de los que no
tienen voz. El niño que está creciendo en el seno materno y las
254 Cf. JUAN PABLO II, FR, 14 de septiembre de 1998.
237
FAMILIA, PERSONAS Y VIDA
personas que se encuentran en el ocaso de sus vidas, son un reclamo
de vida digna que grita al cielo y que no puede dejar de
estremecernos. La liberalización y banalización de las prácticas
abortivas son crímenes abominables, al igual que la eutanasia, la
manipulación genética y embrionaria, ensayos médicos contrarios
a la ética, pena capital, y tantas otras maneras de atentar contra
la dignidad y la vida del ser humano. Si queremos sostener un
fundamento sólido e inviolable para los derechos humanos, es
indispensable reconocer que la vida humana debe ser defendida
siempre, desde el momento mismo de la fecundación. De otra
manera, las circunstancias y conveniencias de los poderosos siempre
encontrarán excusas para maltratar a las personas255.
468. Los anhelos de vida, de paz, de fraternidad y de felicidad no encuentran
respuesta en medio de los ídolos del lucro y la eficacia,
la insensibilidad ante el sufrimiento ajeno, los ataques a la vida
intrauterina, la mortalidad infantil, el deterioro de algunos hospitales,
y todas las modalidades de violencia sobre niños, jóvenes,
hombres y mujeres. Esto subraya la importancia de la lucha por la
vida, la dignidad y la integridad de la persona humana. La defensa
fundamental de la dignidad y de estos valores comienza en la
familia.
469. Para que los discípulos y misioneros alaben a Dios, dando gracias
por la vida y sirviendo a la misma, proponemos las siguientes
acciones:
a) Proseguir la promoción, en la Conferencias Episcopales y en
las diócesis, de cursos sobre familia y cuestiones éticas para
los Obispos y para los agentes de pastorales que puedan ayudar
a fundamentar con solidez los diálogos acerca de los problemas
y situaciones particulares sobre la vida.
b) Procurar que presbíteros, diáconos, religiosos y laicos accedan
a estudios universitarios de moral familiar, cuestiones éti-
255 Cf. EV.
LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS
238
cas y, cuando sea posible, cursos más especializados de
bioética256.
c) Promover foros, paneles, seminarios y congresos que estudien,
reflexionen y analicen temas concretos de actualidad
acerca de la vida en sus diversas manifestaciones, y, sobre
todo, en el ser humano, especialmente en lo referente al respeto
a la vida desde la concepción hasta su muerte natural.
d) Pedir a las universidades católicas que organicen programas
de bioética accesibles a todos y tomen posición pública ante
los grandes temas de la bioética.
e) Crear en las Conferencias Episcopales un comité de ética y
bioética, con personas preparadas en el tema, que garanticen
fidelidad y respeto a la doctrina del Magisterio de la Iglesia
sobre la vida, para que sea la instancia que investigue,
estudie, discuta y actualice a la comunidad en el momento
que el debate público lo requiera. Este comité enfrentará las
realidades que se vayan presentando en la localidad, en el
país o en el mundo, para defender y promover la vida en el
momento oportuno.
f) Ofrecer a los matrimonios programas de formación en paternidad
responsable y sobre el uso de los métodos naturales de
regulación de la natalidad, como pedagogía exigente de vida
y amor257.
g) Apoyar y acompañar pastoralmente y con especial ternura y
solidaridad a las mujeres que han decidido no abortar, y acoger
con misericordia a aquéllas que han abortado, para ayudarlas
a sanar sus graves heridas e invitarlas a ser defensoras
de la vida. El aborto hace dos víctimas: por cierto, el niño,
pero, también, la madre.
256 Cf. Pontificio Consejo para la Familia, Familia y cuestiones éticas, 2006.
257 Cf. EV 97, HV 10.
239
FAMILIA, PERSONAS Y VIDA
h) Promover la formación y acción de laicos competentes,
animarlos a organizarse para defender la vida y la familia,
y alentarlos a participar en organismos nacionales e
internacionales.
i) Asegurar que la objeción de conciencia se integre en las legislaciones
y velar para que sea respetada por las administraciones
públicas.
9.8 EL CUIDADO DEL MEDIO AMBIENTE
470. Como discípulos de Jesús, nos sentimos invitados a dar gracias
por el don de la creación, reflejo de la sabiduría y belleza del Logos
creador. En el designio maravilloso de Dios, el hombre y la mujer
están llamados a vivir en comunión con Él, en comunión entre
ellos y con toda la creación. El Dios de la vida encomendó al ser
humano su obra creadora para que “la cultivara y la guardara” (Gn
2, 15). Jesús conocía bien la preocupación del Padre por las criaturas
que Él alimenta (cf. Lc 12, 24) y embellece (cf. Lc 12, 27). Y,
mientras andaba por los caminos de su tierra, no sólo se detenía a
contemplar la hermosura de la naturaleza, sino que invitaba a sus
discípulos a reconocer el mensaje escondido en las cosas (cf. Lc
12, 24-27; Jn 4, 35). Las criaturas del Padre le dan gloria “con su
sola existencia”258, y, por eso, el ser humano debe hacer uso de
ellas con cuidado y delicadeza259.
471. En América Latina y El Caribe, se está tomando conciencia de la
naturaleza como una herencia gratuita que recibimos para proteger,
como espacio precioso de la convivencia humana y como
responsabilidad cuidadosa del señorío del hombre para bien de
todos. Esta herencia se manifiesta muchas veces frágil e indefensa
ante los poderes económicos y tecnológicos. Por eso, como
profetas de la vida, queremos insistir que en las intervenciones
258 CCE 2416.
259 Cf. CCE 2418.
LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS
240
sobre los recursos naturales no predominen los intereses de grupos
económicos que arrasan irracionalmente las fuentes de vida,
en perjuicio de naciones enteras y de la misma humanidad. Las
generaciones que nos sucedan tienen derecho a recibir un mundo
habitable y no un planeta con aire contaminado. Felizmente,
en algunas escuelas católicas, se ha comenzado a introducir entre
las disciplinas una educación a la responsabilidad ecológica.
472. La Iglesia agradece a todos los que se ocupan de la defensa de la
vida y del ambiente. Hay que darle particular importancia a la más
grave destrucción en curso de la ecología humana260. Está cercana
a los campesinos que con amor generoso trabajan duramente
la tierra para sacar, a veces en condiciones sumamente difíciles, el
sustento para sus familias y aportar a todos los frutos de la tierra.
Valora especialmente a los indígenas por su respeto a la naturaleza
y el amor a la madre tierra como fuente de alimento, casa común
y altar del compartir humano.
473. La riqueza natural de América Latina y El Caribe experimentan
hoy una explotación irracional que va dejando una estela de dilapidación,
e incluso de muerte, por toda nuestra región. En todo
ese proceso, tiene una enorme responsabilidad el actual modelo
económico que privilegia el desmedido afán por la riqueza, por
encima de la vida de las personas y los pueblos y del respeto racional
de la naturaleza. La devastación de nuestros bosques y de
la biodiversidad mediante una actitud depredatoria y egoísta,
involucra la responsabilidad moral de quienes la promueven, porque
pone en peligro la vida de millones de personas y en especial
el hábitat de los campesinos e indígenas, quienes son expulsados
hacia las tierras de ladera y a las grandes ciudades para vivir
hacinados en los cinturones de miserias. Nuestra región tiene
necesidad de progresar en su desarrollo agroindustrial para valorizar
las riquezas de sus tierras y sus capacidades humanas al servicio
del bien común, pero no podemos dejar de mencionar los
260 JUAN PABLO II, Centesimus annus, n. 38.
241
FAMILIA, PERSONAS Y VIDA
problemas que causa una industrialización salvaje y descontrolada
de nuestras ciudades y del campo, que va contaminando el ambiente
con toda clase de desechos orgánicos y químicos. Lo mismo
hay que alertar respecto a las industrias extractivas de recursos
que, cuando no proceden a controlar y contrarrestar sus efectos
dañinos sobre el ambiente circundante, producen la eliminación
de bosques, la contaminación del agua y convierten las zonas explotadas
en inmensos desiertos.
474. Ante esta situación ofrecemos algunas propuestas y orientaciones:
a) Evangelizar a nuestros pueblos para descubrir el don de la
creación, sabiéndola contemplar y cuidar como casa de todos
los seres vivos y matriz de la vida del planeta, a fin de
ejercitar responsablemente el señorío humano sobre la tierra
y los recursos, para que pueda rendir todos sus frutos en su
destinación universal, educando para un estilo de vida de
sobriedad y austeridad solidarias.
b) Profundizar la presencia pastoral en las poblaciones más frágiles
y amenazadas por el desarrollo depredatorio, y apoyarlas
en sus esfuerzos para lograr una equitativa distribución de
la tierra, del agua y de los espacios urbanos.
c) Buscar un modelo de desarrollo alternativo261, integral y solidario,
basado en una ética que incluya la responsabilidad por
una auténtica ecología natural y humana, que se fundamenta
en el evangelio de la justicia, la solidaridad y el destino
universal de los bienes, y que supere la lógica utilitarista e
individualista, que no somete a criterios éticos los poderes
económicos y tecnológicos. Por tanto, alentar a nuestros campesinos
a que se organicen de tal manera que puedan lograr
su justo reclamo.
261 PP 20, “[El verdadero desarrollo] es el paso, para todos y cada uno, de unas condiciones de vida
menos humanas a condiciones más humanas”.
LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS
242
d) Empeñar nuestros esfuerzos en la promulgación de políticas
públicas y participaciones ciudadanas que garanticen la protección,
conservación y restauración de la naturaleza.
e) Determinar medidas de monitoreo y control social sobre la
aplicación en los países de los estándares ambientales internacionales.
475. Crear conciencia en las Américas sobre la importancia de la
Amazonia para toda la humanidad. Establecer, entre las iglesias
locales de diversos países sudamericanos, que están en la cuenca
amazónica, una pastoral de conjunto con prioridades diferenciadas
para crear un modelo de desarrollo que privilegie a los pobres
y sirva al bien común. Apoyar, con los recursos humanos y financieros
necesarios, a la Iglesia que vive en la Amazonia para que
siga proclamando el evangelio de la vida y desarrolle su trabajo
pastoral en la formación de laicos y sacerdotes a través de seminarios,
cursos, intercambios, visitas a las comunidades y material
educativo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario